Exorcismos en Puente Jula, Veracruz (México)
 

"La casa del exorcista"

Puente Jula, Veracruz (México) es una población que se ubica a 20 kilómetros al norte del puerto de Veracruz, por la carretera a Jalapa. Lugar donde a orillas de la carretera, se encuentra la parroquia de San Miguel Arcángel donde el sacerdote católico, Simon Casto Arcos, armado con una sotana, cruz, estola y un libro de rezos lucha literalmente cara a cara contra el demonio y sus legiones, a veces es auxiliado por párrocos también autorizados por el Vaticano para la práctica del ritual romano de exorcismo, también conocido en el sitio como "misas de sanación".

A la parroquia de San Miguel Arcángel, acuden infinidad de personas provenientes de diversos puntos de la republica mexicana, que llevan algún familiar que se presume esta poseído por algún(os) demonio(s) con la esperanza de encontrar solución a síntomas inexplicables que presentan, que la ciencia y lógica no ha podido resolver.

Algunos enfermos aseguran que fueron consagrados al Diablo desde antes de nacer por prácticas de hechicería de sus padres, abuelos, o estar involucrados en la magia, contabilizando a quienes jugaron a la ouija.

Previamente a ser sometidos al ritual, son confesados por el sacerdote para determinar, después de someterlos al agua bendita, si en realidad están poseídos por Satán o una legión diabólica, o sólo necesitan tratamiento psiquiátrico.

Si al contacto con el líquido o al inicio de un rezo se ponen a gritar, están listos para el siguiente paso en el templo, resguardado por las figuras de no más de cinco santos de yeso entre los que resaltan San Miguel Arcángel, dando muerte a la serpiente que simula a Satán; un cristo ennegrecido y dos cuadros de vírgenes, una de ellas derramando sangre.

Los poseídos son sentados en las bancas de la parroquia, y en algunos casos son recostados y atados con vendas blancas desde los pies hasta el cuello. A los lados, son acompañados por sus padres, cónyuges y otros familiares quienes con rosarios en las manos, realizan específicas oraciones a Dios por sus seres queridos.

Durante la ceremonia el sacerdote pide a la criatura de manera enérgica y posando su mano derecha sobre la cabeza o el pecho de los posesos, que le diga quién es y por qué ha tomado el cuerpo poseido. "¿Quién eres, dime tu nombre?", después le exige abandonar el cuerpo, recibiendo en respuesta empujones, agresiones verbales y escupitajos.

Los posesos manifiestan comportamientos extraños, algunos se desploman al escuchar una oración y comienzan a convulsionarse, otros con las gotas de agua bendita se retuerzan, gritan, aúllan, dicen palabras no legibles o comienzan hablar en otras lenguas. Algunos quedan con los ojos en blanco y no paran de reír burlonamente cuando el sacerdote realiza el ritual romano.

Existen testimonios que argumentan haber visto a personas, experimentar giros en su cabeza anatómicamente imposibles o levantar con sus pies las bancas de la iglesia.

Tras horas de ritual, algunos de los posesos comienzan a recobrar la calma, quienes se desvanecieron, vuelven en si. El sacerdote con tan solo una mirada expresa en algunos casos "éste no está", y sigue su camino al altar. Quienes se han recuperado les pide ir en paz y dar gracias al Señor, quienes salen por su propio pie.