Dinosaurios
Oviraptor
 

Oviraptor "Ladrón de Huevos" es un género representado por una única especie de dinosaurio terópodo ovirraptórido, que vivió a finales del período Cretácico superior, hace aproximadamente 75 millones de años, en el Campaniano, en lo que hoy es Asia.

Era un dinosaurio no aviano similar a las aves, que media alrededor de 2 metros de largo, 1 de alto y de peso 11 kilogramos. En 1923 se encontró el esqueleto fosilizado de este animal con el cráneo destrozado junto a un nido lleno de huevos de Protoceratops. Los científicos creen que pudo haber muerto durante un intento de robo. Imagínate un Protoceratops volviendo a su nido y descubriendo al Oviraptor intentando robar su huevos. Seguramente aplastó de un pisotón la cabeza del intruso.

Los huevos de dinosaurios tenían la cáscara muy gruesa y, a diferencia de los de gallina, eran difíciles de romper. En lugar de dientes, tenía dos púas afiladas en el paladar, semejantes a dagas. Con ellas podía perforar los huevos. Carecer de dientes no era probable para él, pues podía partir sin esfuerzo cuantos huevos deseara, valiéndose de su pico curvo y sus fuertes mandíbulas. Incluso los huevos de cáscara dura se habrían bajo sus mandíbulas, que actuaban como un cascanueces.

No todos los cráneos encontrados son iguales. Algunos tienen una pequeña protuberancia ósea encima de las fosas nasales. Otros, una gran cresta. Con su cresta, el pequeño cráneo y sin dientes, se parecía un poco al casuario, un ave grande que no puede volar y que vive actualmente en las selvas tropicales de Australia y Papua Nueva Guinea. Los científicos han descubierto que tenía un hueso insólito. La mayoría de los dinosaurios poseían un par de huesos en los hombros, uno a cada lado. Sin embargo, este dinosaurio contaba con dos huesos que se unían formando una clavícula curvada.

Tenía tres dedos en cada pata delantera, con garras curvas y afiladas. El primer dedo era un poco más pequeño que los otros dos. Lo usaba como pulgar, curvándolo hacia los otros dedos para coger y apretar con fuerza. Estas esbeltas patas delanteras le ayudaban a sujetar su comida favorita, huevos frescos de dinosaurio, para absorber su contenido. Un cazador tan ágil y astuto significaba una gran amenaza para otros dinosaurios.

Después de una de sus incursiones para robar comida, huía a gran velocidad. Los fuertes músculos de sus patas traseras le permitían alejarse a toda prisa. En cada pata trasera tenía fuertes dedos con garras.