Dinosaurios
Brachyceratops
 

Brachyceratops "Cara de Cuernos Cortos" Medía hasta unos 4 metros de longitud. Vivió hace 80 millones de años, a finales del período Cretácico, en EE.UU., Canadá e India.

En Alberta, Canadá, y Montana, EE.UU., se han hallado cinco o seis esqueletos de este herbívoro con cuernos, pero todos pertenecen a crías. Los adultos probablemente alcanzarían la longitud de un coche familiar. Cuando la Era de los Dinosaurios se acercaba a su final, Alberta (Canadá) bullía de animales muy variados. Los herbívoros con pico de pato y cabeza dura pastaban en las orillas de los ríos y en las exuberantes selvas de las marismas.

Grandes manadas de dinosaurios con cuernos arrasaban la vegetación y recorrían grandes distancias en busca de alimento. Es probable que se agruparan en grandes grupos para protegerse. Tenía la cara corta y un cuerno curvado hacia atrás sobre las fosas nasales. La afilada punta del cuerno podía infligir una herida mortal a otro dinosaurio. En el seno de un grupo, el cuerno probablemente facilitaba el reconocimiento mutuo de los animales.

Quizá sacudía la cabeza y agitaba el cuerno para intentar ahuyentar a sus rivales. Como otros ceratópsidos, tenía una placa ósea distintiva en el cuello. Cuando agachaba la cabeza, la placa se erguía verticalmente y resultaba mucho más visible. Meneando la cabeza de arriba a bajo y de un lado a otro, usaba la placa ósea para ahuyentar a los rivales y depredadores, y probablemente también para atraer a las hembras.

Se han encontrado varios cráneos de Brachyceratops. Uno estaba hecho añicos y tuvo que ser restaurado cuidadosamente, como si fuera un valioso jarrón. Los cráneos muestran que tenía un pequeño cuerno romo encima de cada ojo, y probablemente de éstos evolucionarían los largos cuernos de sus parientes posteriores. Se apoyaba en sus anchas patas, que soportaban su peso cuando recorría las marismas cenagosas.

A pesar de su tamaño, se movía con bastante agilidad, especialmente cuando le perseguía un depredador. Para el dinosaurio, las plantas eran tan apetitosas como los brotes tiernos. Podía desgajar los tallos con su estrecho pico y mascarlos con sus potentes mandíbulas provistas de dientes afilados hasta convertirlos en una pasta digestible. En el fondo de sus carrillos contaba con unas hileras de dientes cortantes, que actuaban como unas tijeras para trinchar la comida.