Biografías
Hernán Cortés Monroy Pizarro Altamirano (1485 - 1547)
 

Nace en Extremadura, España en el año de 1485. Fue hijo único de un hidalgo extremeño, llamado Martín Cortés y de Catalina Pizarro Altamirano. Por vía materna era primo segundo de Francisco Pizarro, quien posteriormente conquistó el imperio inca (no confundir con otro Francisco Pizarro, quien se unió a Cortés en la conquista de los aztecas).

Desde niño destaca su carácter rebelde e impetuoso y su tendencia a la aventura. Realiza estudios de latín y jurisprudencia en la Universidad de Salamanca. En 1504 llega a Santo Domingo y participa en la expedición de Diego Velázquez a Cuba.

Se establece en la isla de 1511 a 1518, cuando se le encomienda la expedición a la península de Yucatán. Para tal empresa, zarpa con 11 barcos y 700 hombres. Llega a la isla de Cozumel y ahí se encuentra a Jerónimo de Aguilar, sobreviviente de un naufragio, quien había aprendido el idioma maya.

En su camino, llegan a Tabasco, donde los indios del lugar les ofrecen un tributo de 20 esclavas, una de ellas sería Malintzin o "Malinche", como se le conoce, pieza clave en la conquista, pues sirvió de traductora junto con Jerónimo de Aguilar. Llega a Veracruz y funda el Ayuntamiento de la Villa Rica de la Vera Cruz; también se nombra Capitán General. Ahí le informan de un reino muy poderoso que tiene sometidos a un gran número de pueblos. Los indios le hablan de la magnificencia de la Gran Tenochtitlan y logran despertar la codicia de los conquistadores.

Hernán Cortés también se percata del gran descontento de los pueblos sojuzgados por el imperio mexica, entre ellos se encontraban los tlaxcaltecas con los que Cortés realiza una alianza.

Hernán Cortés murió en el viernes 2 de diciembre del año 1547 en Castilleja de la Cuesta (Sevilla), España tratando de volver a sus posesiones americanas.

El peregrinar de los restos de Cortés

En España ya cansado y enfermo a mediados de octubre de 1547 modificó su estamento para indicar que debería ser sepultado en la parroquia del lugar donde falleciera. Su muerte en España trajo como consecuencia que fuera inicialmente sepultado en el monasterio de San Isidoro del Campo, en Santiponce (Sevilla), en la cripta de la familia del duque de Medina Sidonia bajo las gradas del altar mayor -

En 1550 a tres años de su muerte, sus restos fueron cambiados de lugar dentro de la misma iglesia, y esta vez fue inhumado justo a un lado del altar dedicado a Santa Catalina. Durante 19 años sus restos yacieron en el monasterio de San Isidoro hasta que en 1566 sus restos mortales fueron trasladados a la Nueva España y sepultado junto con su madre y una de sus hijas en el templo de San Francisco de Texcoco, ubicado en la población de Texcoco cercana a la ciudad de México. Sus restos yacerían allí hasta 1629.

En 1629 a la muerte de Don Pedro Cortés, cuarto Marqués del Valle y último descendiente de Hernán Cortés en línea masculina, las autoridades civiles y eclesiásticas de la colonia española decidieron sepultarlos en la misma iglesia, así que los restos de Cortés fueron inhumados cerca del altar mayor (en un nicho detrás del Sagrario) en la iglesia del convento de San Francisco, ubicado frente a la plaza de Santo Domingo en la capital mexicana.

En 1716 una remodelación del templo de San Francisco obligó a los franciscanos a exhumar los restos y trasladarlos a la parte posterior del retablo mayor, lugar en el que permanecerían durante 78 años.

En 1794 las autoridades de la colonia exhumaron nuevamente los restos de Cortés con el fin de cumplir con los deseos del conquistador de México que en una ocasión solicitó ser sepultado en la iglesia contigua al Hospital de Jesús, así que sacaron la osamenta de Cortés del templo de San Francisco que yacía en su nicho en una urna de madera y cristal con asas de plata y pintado en la cabecera de la urna el escudo de armas del Marqués de Oaxaca, sus restos fueron trasladados con gran pompa a lo que se creía sería su última morada, se colocaron blandones de plata sobre el sepulcro y dentro del templo se erigió un zócalo y sobre el zócalo un busto del conquistador, en ese sitio sus restos descansarían durante 23 años.

En 1823, a los dos años de la Independencia de México inició el memorial para honrar a los insurgentes muertos durante la guerra de independencia, los restos de ellos fueron llevados a la ciudad de México en cuya catedral fueron depositados, un gran movimiento nacionalista surgió entre los habitantes de la capital mexicana al grado que se temió que una turba asaltara el templo para tomar los restos de Cortés, por ello el ministro mexicano Lucas Alamán y el capellán mayor del Hospital desmantelaron la noche del 15 de septiembre el mausoleo, en tanto el busto y demás ornamentos fueron enviados a Italia para hacer creer a los agitadores que los restos mortales de Cortés habían salido del país, en realidad la urna con la osamenta fue escondida bajo la tarima del templo del Hospital de Jesús, durante trece años los restos permanecieron escondidos allí.

En 1836, ya calmadas las pasiones se extrajeron los restos y fueron depositados en un nicho que se construyó en la pared del templo a un lado de donde estuvo el mausoleo, en ese lugar reposaron los restos durante 110 años hasta ser encontrados. El ministro Lucas Alamán en algún momento informó a la embajada española del lugar en el cual habían depositado los restos de Cortés.

En 1946, algunos historiadores del Colegio de México tuvieron acceso al acta notarial en la cual se detallaba la última morada de Cortés y decidieron buscar los restos, el domingo 24 de noviembre del mismo año los historiadores encontraron el nicho que guardaba la urna, después de realizar algunos estudios para autentificar los huesos procedieron a restaurar la urna y recomendaron conservar los restos de Hernán Cortés en el mismo lugar.

El 28 de noviembre de 1946 el presidente de México expidió un decreto mediante el cual confirió al Instituto Nacional de Antropología e Historia la custodia de los restos mortales de Hernán Cortés.

El 9 de julio de 1947 se reinhumaron los restos en el mismo lugar en el que los encontraron y se puso sobre el muro de la iglesia una placa de bronce con el escudo de armas de Cortés grabado. Al final, los restos del conquistador español descansan en el lugar que eligió en su juventud para ser sepultado.